domingo, 28 de octubre de 2012



          EL CASO DE LA PARADA





 


             La forma temeraria, provocadora e irrespetuosa en que turbas se enfrentaron a la policía en LA PARADA, llegando a  masacrar  a policías e incluso a un pobre animal, si bien indigna en principio acaba dando pena, porque esos hombres que se bestializaron  son seres humanos y posiblemente muy pobres que se alquilaron  para hacer barbaridades. Digo esto porque cuando abordo los problemas  de mi país, me siento obligado moralmente a analizarlos de manera integral.
        Si la violencia es execrable, también lo es la indiferencia  con que a veces nuestras autoridades tratan los problemas sociales  a nivel nacional, lo cual ocurre siempre y es la razón para que hoy  menudeen las protestas en todo el país, las mismas que solo acabarán cuando  nuestras autoridades actúen correctamente y cumplan cabalmente sus funciones.
            Es preciso que los jueces que vean este caso actúen de acuerdo a ley  y los  principios universales del derecho  y no solo  influenciados por el protagonismo, las pantallas y la prensa en general y la tribuna o por complacer  al morbo ciudadano o al gobierno de turno. Deben actuar también con plena responsabilidad e independencia para que no ocurra lo de Fujimori, quien a pesar que salvó la vida de los peruanos hoy está preso implorando perdón y libertad porque si bien  los jueces en su caso por ejemplo se acordaron de los 9 subversivos que murieron en el caso de  La Cantuta, se olvidaron de los 25 muertos y los 200 heridos días antes en el horrible atentado de  Tarata, lo cual se comenta que fue obra de esos 9 ciudadanos. En el caso de la revuelta de LA PARADA yo no diría que fueron senderistas los que hicieron violencia sino hombres pobres y  hambrientos porque a diferencia de lo que piensan los pudientes soy un convencido que el hambre también bestializa a la gente y no tiene partido político.

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