EL CASO DE LA PARADA
La forma temeraria, provocadora e irrespetuosa en que turbas
se enfrentaron a la policía en LA PARADA, llegando a masacrar
a policías e incluso a un pobre animal, si bien indigna en principio
acaba dando pena, porque esos hombres
que se bestializaron son seres humanos y
posiblemente muy pobres que se alquilaron para hacer barbaridades. Digo esto porque cuando abordo los problemas de mi país, me siento obligado moralmente a analizarlos de manera integral.
Si la violencia es execrable,
también lo es la indiferencia con que a veces
nuestras autoridades tratan los problemas sociales a nivel nacional, lo cual ocurre siempre y es la razón para que hoy menudeen las protestas en todo el país, las mismas que solo acabarán cuando nuestras autoridades
actúen correctamente y cumplan cabalmente sus funciones.
Es preciso que los jueces que vean este caso actúen de
acuerdo a ley y los principios universales del derecho y no solo
influenciados por el protagonismo, las pantallas y la prensa en general y la tribuna o por complacer al morbo ciudadano o al gobierno de turno. Deben actuar también con plena responsabilidad e independencia para que no ocurra lo de Fujimori, quien a pesar que salvó la vida de los peruanos
hoy está preso implorando perdón y libertad porque si bien los jueces en su caso por ejemplo se acordaron de los 9 subversivos que
murieron en el caso de La Cantuta, se olvidaron de los 25 muertos y los 200 heridos días antes en el horrible atentado de Tarata, lo cual se comenta que fue obra de esos
9 ciudadanos. En el caso de la revuelta de LA PARADA yo no diría que fueron senderistas
los que hicieron violencia sino hombres pobres y hambrientos porque
a diferencia de lo que piensan los pudientes soy un convencido que el hambre también bestializa a la gente y no tiene partido político.
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