REFLEXIONES POR
EL 8 DE OCTUBRE, ANIVERSARIO DEL PARTIDO AVANZADA NACIONAL (PAN)
Desde muy joven
aprendí que cada vida debe ser una tarea, y con mayor razón si es en función
social. Por eso desde hace algunos años,
sorprendido por los hechos singulares que ocurren en mi país, el Perú, y que
todo indica que la mayoría de mis compatriotas ignora, empecé a escribir una
obra que la intitulé “LA HISTORIA SE REPITE”. Dejarla inconclusa, urgido por
apremios personales o familiares, hubiera sido una actitud egoísta porque
ocultaba a los peruanos del presente
y futuro hechos constatados por mí al
haber estado inmerso más de cuarenta años en esta mazmorra que los peruanos
conocemos como “política”, disimulada u ocultada con ominoso mercantilismo por
la prensa oficialista y claro que bien surtida por los departamentos de Imagen
Institucional que hoy están de moda. Cumple así el periodismo un siniestro rol
y en vez de servir al interés social lo hace al personalismo de
los funcionarios públicos, pulveriza
opositores al régimen y maquilla tan
bien las cosas que hace creer al Perú y
al mundo que tenemos gobernantes de tipo
exportación, que vivimos en democracia, que nuestro crecimiento económico es real y constante, aunque
nuestros crónicos problemas como educación, salud, empleo, justicia y seguridad,
para empezar, sigan desatendidos.
Y seguro que por
eso los funcionarios del Banco Mundial, una institución tradicionalmente sería y prestigiosa, ignoraban hasta hace poco -por ejemplo- la razón por la
cual aquí las empresas se resisten a formalizarse, llegando a convocar un
concurso para despejar la incógnita.
Pero los peruanos sabemos que eso ocurre porque tanto el gobierno central como
los gobiernos locales (municipios) en vez de protegerlas, porque son las “gallinas
de los huevos de oro” en las naciones desarrolladas, no sólo las desatienden
sino que son sus inquisidores y verdugos, con la sola excepción de las grandes
y transnacionales por el compadrazgo y la corruptela.
Esto se corrobora
también con la conclusión a que arribaron
altos funcionarios de la misma institución luego de una encuesta en referencia al índice de corrupción. Perú, según nos dio
a conocer el programa televisivo conducido por el prestigioso periodista Andrés
Openheimer hace poco, aparece ubicado entre los países más corruptos de
América, en tanto que nuestro vecino del sur, aunque nos duela, está moralmente
mejor que los Estados Unidos e incluso a
nivel mundial ocupa un lugar honroso.
De vez en cuando nuestros presidentes formulan
espectaculares revelaciones y de manera especial en el campo económico. Afirman
que nuestra economía está mejorando, que
estamos avanzando, que somos la envidia en América latina
y que últimamente ya estamos ingresando al primer mundo, lo cual resulta
muy extraño porque la gente que no es gobierno, congreso, municipio ni
dirigente regional cada día que pasa ve empeorar su situación económica. Además
aquello no podría ser posible porque permanecen en el respectivo portafolio ciudadanos
que en el pasado arruinaron al país.
Estos hechos demuestran que nuestras
autoridades, salvo muy honrosas y contadas excepciones buscaron el poder para
satisfacer su vanidad o sed insaciable de
dinero, pero sin la intención de lograr el cambio que permita a todos los
peruanos vivir con dignidad. No debe extrañarnos por eso que gobierno tras
gobierno subsisten nuestros crónicos problemas y empeora nuestra economía mientras
nuestros irresponsables y mercantilistas mandarines viven en la bonanza,
disfrutando a manos llenas del dinero del Estado. Comparemos nomás el sueldo de
un maestro con el de un congresista o funcionario público.
El Perú no ha
progresado ni podrá hacerlo mientras permanezcan en el gobierno los grupos de
poder económico y los demagogos de diversas tendencias que con diversas caretas
y subterfugios allí se encaraman a la sombra de una Constitución y leyes que
oficializan la corrupción, impiden la transparencia y hasta perdonan los delitos de los funcionarios
públicos. Claro que les cae como anillo al dedo la incultura y necesidades de la gente e instituciones que manejan
como el Poder Judicial y Ministerio
Público.
Esto
evidencia que el retraso nacional no
sólo es culpa de los gobiernistas sino también de los discutibles opositores
que siempre, como ahora, tuvimos en el Congreso de la República quienes también
se cuentan entre los favorecidos con este calamitoso estado de cosas, y si
colisionan con el régimen gobernante es sólo por apariencia y puro
cumplimiento. Tratan de no mellar el
“sistema” que desenfadadamente llaman democrático, porque si lo hacen se
arruinan y dejarían de recibir sus abultados e inmerecidos sueldos que ellos
mismos se asignan para cumplir el triste papel de sepultureros del país. Para los
congresistas opositores al parecer no existe la palabra patriotismo, se las pasan tratando de crearle cortapisas a los
gobernantes soslayando el interés general, con la sola intención de reelegirse
o ser gobierno luego. Aquí en el Perú cualquiera que tiene dinero logra “éxito
político”, claro que luego las mayorías siguen postergadas e irredentas viendo prolongadas sus desdichas. Vivimos en el mundo de la farsa .y con gobernantes y
representantes que se esmeran en hacernos creer que estamos avanzando, que están interesados en crear empleos y en
reducir la pobreza, lo cual es falso porque cada día son más los peruanos que en
busca de trabajo se alejan del país exponiéndose a variedad de riesgos ante lo
cual siempre hubo sordera oficial.
Si bien nuestro himno nacional empieza con el emotivo SOMOS
LIBRES, hasta hoy no hemos podido liberarnos de las tradicionales lacras de
nuestra administración pública que hace más de cien años denunció Gonzáles
Prada. A ellas hay que agregar otras como las aludidas en LA HISTORIA SE REPITE,
cuya segunda edición saldrá a luz próximamente.
Toleramos hechos
inauditos con impotencia y rabia para no
ser acusados de violar la Constitución, atentar contra el Estado de Derecho, la
estabilidad democrática y desalentar la inversión extranjera que
lamentablemente se continúa justificando con la falsa letanía que el Estado es
mal administrador.
Avergüenza también
saber que tenemos en el gobierno a ciudadanos de dudosa reputación, que llegan
al cargo por esas cosas raras que tiene la
política peruana y a quienes tenemos que tolerar y respetar a pesar de sus malos antecedentes los mismos que
resultan siendo una suerte de abortos de
procesos electorales discutibles y fraudulentos donde el dinero y últimamente
la maquiavélica segunda vuelta implantada por los amantes del continuismo se
imponen y resultan elegidos porque se tiene que optar entre “el cáncer” y “el
sida”. Y para colmo, si bien aquí se dio una ley para que el Estado dote de
fondos a los partidos políticos, en vez de dárselos en la campaña electoral
para que todos puedan publicitarse
debidamente y la ciudadanía elija a los
mejores se les concede solo después de las elecciones, cuando ya todo está
consumado, correspondiéndole por supuesto
más dinero y mayores espacios al partido ganador. A pesar que sus
dirigentes y representantes ya están felices
porque como aquí ya es costumbre se colgarán como becerros glotones de la ubre
estatal, se les “premia” todavía con más dinero y espacios. Y si bien para la
mayoría ciudadana no hay futuro ellos sí lo tienen asegurado porque a parte de
los altos sueldos que perciben, si delinquen disfrutan de inmunidad y de una
ley que permite que sus fechorías prescriban y puedan volver a postular, lo
cual demuestra que en el Perú la
corrupción está oficializada y que la política en vez de ser una fuente de servicio a la colectividad constituye un
gran negocio para quienes la ejercen.
Durante las más
de cuatro décadas que permanecí en la
política activa escribí una serie de artículos sobre diversos problemas nacionales,
teniendo siempre el cuidado de plantear soluciones racionales y concretas, los
cuales están incluidos en LA HISTORIA SE REPITE. Ustedes dirán si tuve o no
razón y si en algunos soy reiterativo es porque siguen postergados gobierno
tras gobierno. En estas deplorables condiciones el desengaño de nuestra población es natural y constituye el caro precio que tenemos que
pagar por no elegir bien pues nuestra confianza fue ganada con cinismo y el
falso argumento de que les preocupaba la suerte de las mayorías, lo cual no es
cierto porque cada día se incrementan los
niños
en pos de una limosna o sin escuela, adultos desocupados, inseguros, explotados
por los ominosos sérvices, yéndose al
extranjero o disputando la basura con los perros y nuestras niñas prostituyéndose. A parte de eso, aumentan los ancianos desamparados y al borde del
suicidio, como también aumentan nuestros jóvenes inseguros y en cuya vejez si no hay cambio tendrán que elegir entre la
mendicidad o el suicidio. Todo esto resulta injustificable en un país privilegiado por Dios y con
abundantes recursos naturales.
A los jóvenes de
hoy y mañana les sugiero no
integrarse a los partidos
tradicionales porque aquellos ya
tuvieron su oportunidad y la desperdiciaron. Sus dirigentes han aprendido malas
costumbres, como aquella de convivir con
la corrupción. Jamás hay que olvidar que
“el zorro puede perder el pelo pero no la maña”. Los jóvenes
en adelante deben forjar sus
propios partidos, tal vez con mucho esfuerzo, pero se verán recompensados con la inmensa dicha de integrar mañana una nación próspera, feliz y respetable, y cuando al entonar el “somos libres” de nuestro himno
nacional lo hagan con alegría, entusiasmo, sinceridad, orgullo y mucho
patriotismo.
El sabio Albert
Einstein decía: A LA HORA DE EXPRESAR LA VERDAD LA ELEGANCIA HAY QUE DEJÁRSELA
AL SASTRE, y LA HISTORIA SE REPITE es la narración sencilla y veraz de un
conjunto de hechos extraños y lamentables que me constan y que constituye mi humilde
y patriótico aporte al real cambio que
el Perú merece y por cuya publicación asumo toda la responsabilidad. Lo escribí
con la sola intención de servir a la patria, en el mejor destino que merece y recordando a
compatriotas ejemplares como Gráu, Bolognesi, Túpac Amaru, María Parado de
Bellido, Olaya y otros, que gustosos le ofrendaron sus preciadas vidas.
¡VIVA EL PERU!
Nota.-Mi saludo respetuoso y agradecido a todos los
peruanos que me honraron con su
confianza en las ocasiones en que postulé a la más alta magistratura de la
nación, en este nuevo aniversario del PAN.